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29 de mayo de 2013

¿Quiénes son más peligrosos: los islamistas sunitas o chiíes?

Hay un debate apasionado, pero quizás algo académico, sobre la siguiente cuestión: ¿Quién representa una mayor amenaza, los islamistas sunitas (Egipto, Túnez, la Franja de Gaza, y quizás pronto Siria) o los islamistas chiíes (Irán, Líbano y por el momento todavía Siria)?
Yo diría que la respuesta sería el bloque chií liderado por Irán. Sin embargo, tengo dos reservas: el margen no es muy grande, y también depende del lugar y la situación específica.

En primer lugar, Irán sigue siendo la mayor amenaza estratégica en la región. Se está moviendo tan rápido como puede hacia las armas nucleares y sigue siendo el principal patrocinador del terrorismo. Por el momento, continúa siendo, también, el Estado que más probablemente iniciaría una guerra contra Occidente, aunque esa posibilidad es menor de lo que a menudo se cree. Además, cuenta con un montón de dinero.

Lo que ha pasado casi desapercibido es que, ya estamos casi a mediados de 2013 y, la Administración Obama apenas ha comenzado las negociaciones con Irán, que probablemente se prolongarán sin éxito durante un año o más. Además, después de las elecciones de junio en Irán - que presumiblemente elegirá un radical aunque menos obviamente extremista que el actual presidente Mahmud Ahmadinejad -, el gobierno y los medios de comunicación de EE.UU. probablemente proclamarán el comienzo de una nueva era de moderación iraní.

Irán es también el patrocinador principal de la revolución islámica en Bahréin (que ha fracasado), el Líbano (donde sus clientes, el Hezbollah, son la fuerza más poderosa) y Siria (donde su régimen aliado está en serios problemas).

Un último punto es que Teherán está teniendo cierto éxito en la conformación del gobierno iraquí (chií) dentro de su órbita. Bagdad está sin duda cooperando con Irán en la defensa del régimen sirio, aunque uno no debería exagerar hasta qué punto está Irak en el bolsillo de Irán. En cualquier caso, nadie quiere que el régimen iraquí sea derrocado por la oposición terrorista de al-Qaida.

Así que se puede hacer un enérgico argumento de que Irán es la mayor amenaza en la región.

Por otro lado, sin embargo, una Gran Muralla Sunita se ha erigido para evitar la expansión de la influencia iraní, a excepción del Líbano. El bloque sunita contiene pocos musulmanes chiís. Los Hermanos Musulmanes, los salafistas más radicales, y otros musulmanes sunitas (Arabia Saudita, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo) han dicho que los chiís son una amenaza más grave que Israel.

Tal vez el temor a Irán genere alguna causa común con Occidente. Pero esto también es una propuesta que da miedo ya que la política de la Administración Obama de fomentar el islamismo sunita (Egipto, Túnez, Siria, e incluso Turquía) podría usar este punto como una excusa. Tal vez podría decirse que Estados Unidos está construyendo un frente unido contra Irán, pero ¿a qué precio? ¿Volcando gran parte del mundo árabe hacia el islamismo sunita represivo, antinorteamericano y antisemita; mientras los cristianos huyen?

Además, existe otra debilidad en el islamismo sunita, sin embargo, eso también lo hace parecer relativamente menos amenazador. A diferencia de Irán, los islamistas sunitas no tienen un patrocinador rico comparable a Irán. Ellos pueden contar con el dinero de Qatar y en cierta medida de Libia, pero tienen menos recursos. A veces, los sauditas ayudarán a los islamistas sunitas; pero solamente si bajan el tono de sus acciones belicosas y anti-occidentales. No existe un gran banquero para la desestabilización islamista sunita del Medio Oriente.

Tampoco tienen una fuente confiable de armas; en contraste con los chiís que tienen a Irán y; en ocasiones, también a Rusia. Es cierto que en Siria, los rebeldes sunitas tienen el respaldo de EE.UU. para conseguir material bélico, y armas de Libia y de otros lugares pagados por Arabia Saudita y Qatar. Sin embargo, Siria es un caso excepcional. Los sauditas no van a financiar a los Hermanos Musulmanes ni sus ambiciones. Bahréin ha declarado al Hezbollah chií como grupo terrorista, incluso mientras la Unión Europea se niega a hacerlo.Así que se podría decir que los chiís islámistas e Irán representan un peligro mayor. Sin embargo, un segundo peligro es la política de EE.UU. u occidental de promover el islamismo sunita como una manera de contrarrestar a los chiís. Se trata de una estrategia que profundizó los peligros regionales y el sufrimiento de los pueblos árabes. Luego, también, está el hecho de que al-Qaida, es una organización islamista sunita, y las fuerzas de al-Qaeda se están fortaleciendo en Siria.

Uno tendría que ser muy tonto para querer ver al islamismo sunita logrando más triunfos, como para derrocar las monarquías en Marruecos, Arabia Saudita, Jordania, Omán, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar o Bahréin, así como al régimen argelino. Uno también tendría ser tonto - pero en este punto la Administración de Obama lo es bastante - de querer ver a los regímenes de los Hermanos Musulmanes teniendo éxito en Egipto, Túnez, la Franja de Gaza y Siria.

Lo que estamos viendo, sin embargo, es que el islamismo se está enredando actualmente con el poder que ha adquirido, sobre todo en Egipto. El país está innatamente en dificultades económicas y éstas están siendo agravadas por el desgobierno de los Hermanos Musulmanes. En lugar de elevar a sus países a la cima de la eficiencia económico-militar, los regímenes islamistas los están destruyendo.

Pero hay algunos comodines salvajes muy importantes en las barajas:
  • Si los regímenes sunitas islamistas en Egipto y Siria enfrentan problemas importantes con la inestabilidad y la economía, podrían adoptar la táctica tradicional de las dictaduras árabes, agitando las disputas externas y promoviendo el antiamericanismo. Esto podría desencadenar futuras guerras árabe-israelíes.
  • Los regímenes sunitas islamistas en Egipto, la Franja de Gaza, y probablemente en Siria, conferirían a las fuerzas salafistas radicales carta blanca para atacar a los cristianos, los moderados, los derechos de las mujeres, las embajadas extranjeras, y posiblemente a Israel. Los derechos humanos en esos países-si a alguien en Occidente le importan - van a sufrir un golpe severo.
  • Hamas probablemente atacará a Israel en el futuro, tal vez al menos con algún apoyo de Egipto; aunque el régimen egipcio está tratando ahora de frenar a Hamas a fin de consolidar el gobierno en su país y conseguir dinero occidental.
  • Al-Qaeda está ganando fuerza en Siria y, por primera vez, su posible conquista no se puede descartar; por lo menos, en alianza con otros grupos salafistas.
  • Cuanto más fuerte sean los islamistas sunitas; menos cooperativa será la Autoridad Palestina (AP) en relación a los esfuerzos en el “proceso de paz”. Es posible que la AP enfrente un desafío considerable por parte de Hamas en Cisjordania; mientras que algunas fuerzas dentro de Fatah, el partido gobernante de la AP, podrían formar alianzas con ese movimiento islamista. Israel debería poder mantener a la AP en el poder - una situación irónica-, porque su estabilidad podría desmoronarse.
En resumen, si bien se puede argumentar que el islamismo chií es el más peligroso - al menos debido a que Irán podría conseguir armas nucleares - hay que examinar con mucho cuidado las implicaciones de este argumento en cada caso específico. Promover el islam sunita no es una panacea; sino más bien sustituir una amenaza de largo plazo por otra de corto plazo.

Barry Rubin es director del Centro Global Research in International Affairs (GLORIA) y editor de la revista “Review of International Affairs” (MERIA). Su último libro: Israel: “An Introduction”, ha sido publicado recientemente por “Yale University Press”. 

PJMedia/AURORA

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