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19 de octubre de 2012

NEGOCIOS SOCIALES: EL CUARTO SECTOR

Por: Elsa del Castillo 

Algunas palabras que hoy en día despiertan pasiones son: emprendedorismo, innovación y acción social. Unir estas tres palabras para crear modelos de negocios que actúen según las reglas del mercado y que busquen generar un impacto relevante en la sociedad, es la meta de un número cada vez más amplio de emprendedores e inversionistas. 

Diario Responsable abre un artículo reciente citando la frase de Albert Einstein, «no podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos». Utiliza esta frase para aludir a la necesidad de promover la innovación social, en el sentido de realizar cambios radicales en nuestros hábitos, valores, políticas, estrategias, procesos y estructuras de organización de la sociedad para evolucionar hacia una mayor calidad de vida para todos. Los negocios sociales intentan responder a esta demanda. 

En la misma línea de pensamiento, Social Earth publica un estimulante artículo que nos hace ver que tal vez existe un "cuarto sector" en la producción de bienes y servicios a la sociedad, adicional al sector privado (empresas), al sector público (el gobierno) y al sector de las organizaciones sociales (sin fines de lucro). En este cuarto sector empezarían a cobrar fuerza los negocios sociales, constituidos por proyectos innovadores que actúan buscando rentabilidad y sostenibilidad financiera al ofrecer productos y servicios que pueden mejorar nuestra calidad de vida y que, en ese camino, trabajan por una causa o misión social. La potencia de estas iniciativas radica en la priorización del doble objetivo de rentabilidad y propósito (profit and purpose), lo que permite incluso atraer a los inversionistas a una nueva corriente denominada "inversión de impacto". 

Una de las formas que adoptan los negocios sociales es la conocida como "los negocios inclusivos", donde los sectores de bajos ingresos pueden ser incorporados a la cadena de valor agregada de una empresa u organización, ya sea como proveedores, socios comerciales, protagonistas de una empresa social o como clientes que acceden a bienes y servicios que antes estuvieron fuera de su alcance. Este es el caso de La Fageda en Barcelona, cuya producción de yogures y postres es realizada por jóvenes con discapacidad intelectual o problemas mentales; el proyecto Titikayac en Puno, en el que la comunidad de Llachón y Explorandes son aliados para promover el turismo vivencial en la zona y el paseo en Kayac por el Lago Titicaca; Mariposas de Costa Rica, que exporta mariposas coleccionables enmarcadas, criadas por comunidades rurales; Cerámicas de Costaragua, que ofrece acceso a la construcción de pisos en las viviendas de personas de menores recursos en Bogotá; Gasban en Buenos Aires, que con la ayuda de la propia comunidad adaptó las instalaciones de las casas para recibir el gas, entre diversos ejemplos de la región (ver www.sekn.org). Otros modelos de negocios sociales simplemente reinvierten o comparten sus ganancias para apoyar una causa social determinada, como los zapatos Toms, donde por cada par de alpargatas comprado una persona se beneficia con calzado al que nunca tuvo acceso. 

Por supuesto, todavía hay varios temas por resolver para lograr el éxito de estos modelos. Muchas iniciativas se mantienen pequeñas y sus ganancias aún son magras. En materia social, es necesario alcanzar mayor escala para lograr un impacto importante. En todo caso, en formatos de acción en un ámbito local reducido, el reto será lograr la replicabilidad del modelo para unir a otros emprendedores en el esfuerzo. Los negocios sociales suelen requerir el desarrollo de alianzas entre actores del entorno pues se requiere de un ecosistema que los favorezca para que puedan consolidarse, donde los participantes complementen sus capacidades para actuar de manera eficiente (el Estado debiera ofrecer reglas claras y condiciones adecuadas para operar; la empresa privada podrá aportar sus técnicas de gestión, conocimiento del mercado y acceso a recursos y, las organizaciones de la sociedad civil, su dominio de la problemática social o ambiental y su cercanía a los grupos atendidos). Diversos ejemplos dan cuenta de la generación de alianzas multisectoriales para construir entornos que favorezcan el crecimiento del negocio social. 

Lo interesante de los modelos de negocios sociales existentes en Latinoamérica es que empiezan a lograr impactos importantes: mujeres incluidas en la actividad emprendedora; minorías que encuentran oportunidades para salir de la pobreza de manera gradual; acceso a servicios básicos antes inexistentes; inclusión financiera; revaloración de la cultura local; actividades que empiezan a atraer a los jóvenes de la localidad, reteniéndolos en sus ciudades; conciencia ambiental colectiva y fortalecimiento del tejido social. Es también positivo ver que estos negocios sociales son realizados tanto por líderes emprendedores individuales, como por comunidades, por empresas privadas comprometidas con su RSE y por ONGs que buscan mecanismos de autosostenimiento para depender menos de las donaciones o de la cooperación. 

Lo que me parece aún más atractivo es que los negocios sociales empiezan a proliferar entre los jóvenes porque tienen la cualidad de capturar a aquellos espíritus idealistas de la generación del milenio, retándolos a ser verdaderamente innovadores y a romper esquemas tradicionales (cosa que fascina a los jóvenes) y, al mismo tiempo, a generar modelos de negocio económicamente viables sin necesidad de sacrificar la posibilidad de tener una retribución adecuada. Si cada vez más jóvenes peruanos impulsan esta corriente, tendremos un futuro promisorio para nuestro país. 

GESTION

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