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Este es el escenario que se supone que debemos creer: las sanciones de Obama (Obama, el duro) han dañado seriamente a Irán y por lo Teherán está buscando una salida. Al mismo tiempo, sin embargo, la flexibilidad de Obama para hacer frente a los posibles enemigos los vence (Obama, el empático). Así pues, la grandeza de Obama como estadista puede resolver el problema del instinto nuclear de Irán justo antes de la guerra.

Vamos a destacar algunas de las evidencias de que esta maniobra satisface las necesidades de ambas partes en el conflicto. Para Obama, es una ganancia potencial electoral de último minuto en una elección muy reñida, en la que su política exterior ha sido objeto de severos cuestionamientos. Para el régimen iraní los desarrollos le permiten ganar aún más tiempo; mientras sigue adelante a todo vapor con su programa nuclear.

Si los iraníes fueran suficientemente sofisticados en relación a la política estadounidense entenderían las ventajas:

. -Habrá presión contra las nuevas sanciones en los próximos seis meses, o más, porque se podría decir en Estados Unidos de que éstas dañarán una iniciativa prometedora.

.- Podría ayudar a reelegir a Obama que es mucho más blando con Irán. Si los iraníes creen que Mitt Romney, como presidente, podría lanzar un ataque estadounidense o apoyar una acometida unilateral de Israel -no creo esto, pero probablemente ellos sí- eso haría que ayudar a Obama a ganar sea una prioridad máxima.

.- Dado que las conversaciones no serán hasta el año que viene; Irán no tiene que renunciar a nada para aceptar iniciativa. Tenga en cuenta, también, que durante los últimos cinco años, Irán ha propuesto repetidamente fórmulas diferentes diplomáticas, tanto en términos de reuniones como de compromisos posibles, sólo para retractarse o dejar en claro que los términos de Teherán serán inaceptables.

Según Times, el acuerdo es "un resultado de intensos intercambios, secretos entre funcionarios estadounidenses e iraníes que se remontan hasta casi el inicio del mandato del presidente Obama". En otras palabras, no ha pasado nada durante cuatro años y de repente tenemos un trato. ¿No suena sospechoso?

Todo esto implica, pues, una oferta iraní para iniciar charlas, conversaciones que podrían derrumbarse en pocas horas o prolongarse durante años sin resultado. Por supuesto, la primera demanda iraní será aliviar las sanciones.

Tenga en cuenta, también, que la Administración Obama negó oficialmente el informe - ¡ey, no estamos jugando a la política con la política exterior!- y luego se filtró a sus amigos de los medios de comunicación que era verdad.

La nueva situación también puede ser usada para pintar al candidato republicano, Mitt Romney, como un potencial belicista. En palabras del New York Times:

"Tampoco es claro que el oponente de Obama, Mitt Romney, seguirá adelante con la negociación en caso de ganar las elecciones. Romney ha criticado en repetidas ocasiones al presidente por mostrar debilidad frente a Irán y no apoyar firmemente a Israel contra la amenaza nuclear iraní..."

"Por otra parte, la perspectiva de negociaciones bilaterales podrían poner a Romney en una situación embarazosa, ya que él se ha opuesto a permitir que Irán enriquezca uranio a cualquier nivel - una concesión que los expertos dicen que probablemente figurará en cualquier acuerdo sobre el programa nuclear".

Una cuestión clave es la diferencia entre EE.UU. y las posiciones israelíes. La Administración Obama dice que Irán puede tener todos los elementos para el ensamble de una bomba, siempre y cuando no la construya o de que Teherán debe ser detenido justo antes de que tenga todo preparado. El problema con la primera opción, por supuesto, es que Irán podría secretamente o ensamblar rápidamente bombas (incluidas aquellas que podrían ser enviadas por los terroristas), la segunda opción es más difícil de hacer cumplir, es menos probable que sea negociada, y con más probabilidades de desatar una militar acción.

Times señala con razón que para Romney, "El peligro de oponerse a una iniciativa diplomática es que podría hacer que se vea como si estuviese dispuesto a arriesgar otra guerra estadounidense en el Oriente Medio sin agotar las alternativas". 

La historia continúa:

"Sería inconcebible ir a la guerra sin haber tenido esas discusiones", dijo R. Nicholas Burns, quien encabezó las negociaciones con Irán como subsecretario de Estado en el gobierno de George W. Bush.

En otras palabras, el gobierno de EE.UU. está bajo la presión para hablar todo el tiempo que Irán quiera, incluso si Teherán está avanzando con su programa nuclear en todo momento durante la larga e interminable, e inconclusa conversación.

No hay, por supuesto, ninguna solución. Las sanciones - como un nuevo estudio del Servicio de Investigaciones del Congreso señala - no disuadirán a Irán para que se abstenga de construir armas nucleares y misiles de largo alcance capaces de enviarlas hacia los blancos. La diplomacia no va a funcionar, con la posible excepción como cortina de humo para que Irán tenga todas las piezas para esas armas y simplemente prometa no ensamblarlas. La guerra es poco atractiva para Estados Unidos y, a pesar de todo lo que he oído, para Israel también. ¿Le parece probable el escenario del próximo presidente de EE.UU. lanzando una gran operación militar de largo aliento contra Irán -inclusive si quiere o no que eso suceda -, sobre todo inmediatamente después del fin las dos controvertidas y costosas guerras en Irak y Afganistán?

Lo más probable es que Irán obtenga armas nucleares. Y eso hace que sea más importante que el que esté llevando a cabo la estrategia de contención y conflicto sea más duro y creíble para Teherán. La ironía es que esta táctica iraní podría resultar en la reelección del hombre menos propenso a eso. 

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