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6 de noviembre de 2012

El voto popular no elige al presidente en EE.UU.

En Estados Unidos el voto popular directo no elige el presidente. Esa función recae sobre un colegio electoral de 538 electores provenientes de los 50 estados y el Distrito de Columbia (la capital) que depositan los votos por el candidato que haya ganado en su estado. Quien acumule 270 o más votos electorales, gana la presidencia.


El colegio electoral fue instituido por los representantes de los estados que conformaron la unión de la república, a finales del siglo XVIII, con el propósito de proteger los intereses de cada estado individual y evitar el dominio de las regiones más pobladas del país.

Por lo general, quien gana el voto electoral gana también el voto popular pero ha habido antecedentes en los que sucedió lo contrario, por lo que los críticos dicen que el sistema es anticuado, antidemocrático y no representa los intereses del pueblo.

También podría darse un empate de votos electorales y, de ocurrir, la decisión final podría recaer sobre la Cámara de Representantes y donde las delegaciones de cada estado votan en bloque o sea, un voto por delegación. Se podría dar el caso que el presidente sea elegido con apenas 26 votos.

Cambiar el sistema, sin embargo, sería una jaqueca constitucional.

Estados grandes vs. pequeños

En 1787, representantes de los 13 estados que se unieron para formar los Estados Unidos de América y el Distrito de Columbia se reunieron en una Convención Constitucional para discutir la mejor manera de elegir a sus líderes que fuera justa, equilibrada y representativa de todos.

La elección directa por voto popular se descartó en aras de proteger a los estados más pequeños del poder de los grandes. Hay que recordar que la independencia de los estados era, y sigue siendo, parte fundamental de la estructura política del país.

Los estados con menor población temían que sus intereses no fueran abordados a nivel nacional. Particularmente los estados sureños con muchos esclavos, como Virginia, cuya población con derecho al voto era reducida, así que en una elección popular directa no ejercería mucha influencia.

En 1787, representantes de los 13 estados que se unieron para formar los Estados Unidos de América y el Distrito de Columbia se reunieron en una Convención Constitucional para discutir la mejor manera de elegir a sus líderes que fuera justa, equilibrada y representativa de todos.

La elección directa por voto popular se descartó en aras de proteger a los estados más pequeños del poder de los grandes. Hay que recordar que la independencia de los estados era, y sigue siendo, parte fundamental de la estructura política del país.

Los estados con menor población temían que sus intereses no fueran abordados a nivel nacional. Particularmente los estados sureños con muchos esclavos, como Virginia, cuya población con derecho al voto era reducida, así que en una elección popular directa no ejercería mucha influencia.

Cada estado realiza su propia elección presidencial interna. Básicamente, cuando el ciudadano de un estado deposita su voto por un candidato presidencial su deseo es que se envíen todos los electores de su estado al colegio electoral a votar por el candidato que escogió y así se hace si ese candidato obtiene la mayoría del voto popular en el estado.

Aunque no es ley en todos los estados, los electores tienen el compromiso de depositar sus votos electorales a favor del candidato que ganó en sus estados. En 2012, quien reciba 270 o más votos electorales gana la presidencia de Estados Unidos.

Sin embargo, es un sistema en el que el ganador se queda con todo y el que muchos consideran ha tergiversado la representación del pueblo en sus líderes y la forma como estos hacen campaña.

Si un candidato gana por un voto directo en California, se lleva todos los votos electorales. De la misma manera, si gana por cinco mil votos directos en Wyoming, se lleva apenas tres votos electorales.

Dixie Swanson, ex asesora de un grupo de presión en Washington y autora de la trilogía "El Presidente Accidental", aboga por el establecimiento del voto popular para la elección presidencial.

"El sistema que tenemos es muy enredado y no representa la voluntad del pueblo", dijo a BBC Mundo. "Los estadounidenses somos un pueblo sencillo, vamos a votar por Romney o por Obama y no queremos intermediarios entre nosotros y nuestro voto.
Estados olvidados

Swanson dice que con el ganador en un estado llevándose todos los votos electorales se viola el derecho fundamental de "una persona un voto". Añade que, para propósitos de campaña, los candidatos solo se concentran en aquellos estados donde tienen posibilidad de ganar, olvidándose del resto.

"Dedican toda su atención a los estados 'péndulo' como Florida, donde dicen lo que allí quieren oír para ganar ese voto y luego van a Iowa a decir otro tanto para llevarse la elección allí", comentó.

Lo que señala Dixie Swanson se puede resaltar con el poco tiempo que han dedicado Barack Obama y Mitt Romney a estados como California, Nueva York o Nueva Jersey, que están asegurados para el presidente, o en Texas, Arizona y los estados del sur, firmemente en el bolsillo del candidato republicano.

La autora de "El Presidente Accidental" sostiene que la manera como los candidatos juegan con el sistema de voto electoral ha eliminado el propósito original de reconocimiento a todos, no importa el tamaño. Con la adopción del voto popular, los candidatos tendrían que dirigirse a toda la nación, sostiene.

El colegio electoral no ha cambiado. Solo fracasado. 1824 fue al la cámara de representantes. 1876, 1888 y 2000. La persona que ganó el voto popular perdió el electoral y no fue presidente. Pero ya está anticuado.

"Somos un solo país. Ya tenemos mucha oportunidad de tener representación estatal en la Cámara de Representantes y el Senado. No es necesario poner una barrera entre el pueblo y la elección del presidente".

Para Swanson, el fracaso del colegio electoral es patente cuando el presidente es elegido por ellos más no por el voto popular. Esto sucedió ya en 1824, 1876, 1888 y, más recientemente, en 2000, cuando George W. Bush ganó la presidencia contra Al Gore con 271 votos electorales pero no con la mayoría del voto popular.

"No queremos tener Bush contra Gore otra vez. Dependemos de la certidumbre de nuestras elecciones de lo contrario sufre la transición suave de poder, sufre la democracia y sufre el pueblo pues no es su decisión quién gana", recalcó Swanson.

Empates y otras particularidades

Con una elección basada en el voto popular, en el que se cuentan millones de sufragios, la posibilidad de un empate es prácticamente inexistente. Con el sistema del voto colegiado, en el que se manejan apenas 538 votos, esa posibilidad es mayor. En las elecciones de 2012, por lo menos, los analistas han formulado 38 escenarios posibles donde se puede dar un empate entre los dos candidatos.

Aquí las cosas se complicarían pues no todos los estados requieren que sus electores se adhieran al candidato que se les ha encomendado según el resultado de la votación popular.

En la elección de Bush contra Gore, fue una pesadilla para este país. Tenemos un período de transición entre la elección e inauguración. Son dos meses y medios cruciales para una transición suave. Con el colegio electoral, si hay un empate, no sabremos hasta la primera semana de enero quién será presidente.

Si algún elector decide cambiar el voto -se les conoce como electores infieles- sería concebible que una persona que nadie conoce, determine quién sea el próximo presidente. "Eso simplemente viola todos los principios democráticos de nuestro país", advirtió Dixie Swanson.

Se han dado incidentes en que los electores cambian de parecer pero no han afecta la el resultado de la elección. Pero en esta ocasión, la contienda es tan cerrada que eso podría pasar. Podría volverse en una batalla campal entre electores.

Si persiste el empate, quedaría en manos de la Cámara Baja elegir al presidente. En ese caso cada delegación de cada estado tiene derecho a un voto. Los representantes de cada estado tendrían que decidir entre ellos por quién dar su voto conjunto y, como se pronostica que esta cámara tendrá mayoría republicana, Mitt Romney sería presidente en caso de empate.

Por otra parte, según la Constitución, el Senado estaría encargado de elegir vicepresidente y, como se prevé que estará controlado por los demócratas, ese cargo recaería sobre Joe Biden. Serían un presidente republicano y un vicepresidente demócrata generando seguramente un gobierno muy curioso.

"Hay algunos que piensan que no sería una mala idea tener un verdadero gobierno bipartidista pero es no es por lo que votamos", expresó Dixie Swanson.

Aunque los partidos políticos en algunos estados se oponen a cambiar el sistema electoral porque estiman que perderían influencia, varias encuestas indican que hay apoyo para adoptar el sistema de elección popular directa.

Eso requeriría un cambio a la Constitución, lo que significa la aprobación de dos terceras partes en ambas cámaras del Congreso y la aprobación de tres cuartas partes de las legislaturas estatales. Como van las cosas en Estados Unidos, el horno no está para bollos.

BBC

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