MUSUQ CHASKI NOTICIAS

En aquel entonces, entendí que los esfuerzos de Israel para proteger a la población civil era algo semejante a un tema de conversación. Yo no tenía ninguna implicación en el conflicto. Sin embargo, no tenía idea qué tan cierto era hasta que personalmente participé en la Operación Pilar de Defensa, la semana pasada, como oficial en las FDI.

Cuando me mudé a Israel y me enrolé, integré una Unidad llamada Coordinador de las Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT por sus siglas en inglés), que se dedica a cuestiones civiles y humanitarias.

Como Oficial de Enlace Internacional en la oficina de Gaza, mi trabajo implica principalmente la coordinación de las transferencias de bienes, ayuda, y delegaciones dentro de Gaza. Trabajo muy cerca con representantes de la comunidad internacional, y a pesar de que nuestras perspectivas puedan diferir, nuestra relación se mantiene dentro del respeto mutuo nacido de un mismo objetivo en común; yo estoy aquí para ayudarlos a tener éxito en su trabajo mejorando la calidad de vida en Gaza.

Mientras que el trabajo del día a día es un reto en Gaza, aprendí en los últimos diez días que la verdadera prueba viene en las crisis. Exactamente en el punto donde la mayoría de los militares utilizarían el calor de la guerra para tirar el reglamento, nosotros trabajamos más fuerte que nunca, para proveer asistencia donde y cuando sea posible.

Los ocho días de operación "Pilar de la Defensa" han sido algunos de los más difíciles que he vivido física y emocionalmente. La estudiante universitaria de Arizona nunca habría pensado que era posible trabajar 20 horas al día, alimentándose sólo con la adrenalina y el anhelo por sólo una hora de sueño en el piso de un refugio – usando el mismo uniforme sucio, porque el cambiarse o el ducharme no me hubiesen permitido llegar al refugio en el momento de la próxima andanada de cohetes. Y no, usar el uniforme verde no significa que uno no se asusta cuando suenan las sirenas.

Si me hubieran dicho hace cuatro años que había oficiales de las FDI que se quedan despiertos toda la noche bajo una lluvia de cohetes, esforzándose en encontrar maneras para importar suministros médicos y comida para las personas de Gaza, no estoy segura de que lo hubiese creido. Pero puedo decir que es verdad, porque lo hice cada noche.

Lo que más me sorprendió fue el singular sentido de propósito que tenían todos, desde el comandante de la base hasta el soldado de más bajo rango. Todos estábamos enfocados completamente en nuestra misión: ayudar a nuestras fuerzas a lograr sus objetivos sin causar daño innecesario a las vidas de civiles o infraestructuras.

Es muy difícil explicar la montaña rusa emocional – el orgullo y el alivio que sentía cada vez que un camión que yo coordiné entraba en Gaza, y cuán indignante fue cuando tuvimos que cerrar el paso a Gaza después de que Hamas repetidamente lanzó misiles contra este punto. O cuán vigorizante fue ayudar a evacuar a dos heridos palestinos de la zona fronteriza, sólo para enterarme minutos después que un terrorista había detonado una bomba en un autobus cerca de mi apartamento en Tel Aviv.

Así que después de todo lo que vi e hice, nada me frustra más que ver el “juego de números” que publican los medios. El mundo habla de “desproporcionado” número de víctimas como una medida de lo que es correcto e incorrecto, como si no fueron suficientes los muertos israelíes por Hamas para que las FDI tengan el derecho de proteger a sus propios civiles de los incesantes ataques de cohetes.

En mi posición, veo los quirúrgicos ataques aéreos, y paso muchas horas con oficiales de las Naciones Unidas, el CICR, las ONG revisando maás para ayudar a identificar y a evitar ataques en lugares civiles. Uno de nuestros pilotos que vio un cohete israelí abortar su misión cuando vió niños cerca; poniendo a sus propios civiles en riesgo para salvar habitantes de Gaza. Al final del día, lo que estos “números desproporcionados” muestras es cuánto nosotros en Israel protegemos a nuestros niños con refugios elaborados y sistemas de defensa de misiles, mientras que los grupos terroristas en Gaza se esconden detrás de ellos, usándoles como escudos humanos a fin de ganar una cínica guerra mediática.

¿Realmente, qué hay detrás de los titulares y las imágenes que en la primera página? Cada día, coordino bienes con una joven mujer de Gaza que trabaja para una organización de ayuda internacional. El mes pasado hemos forjado un lazo cuando tuvimos que correr para refugiarnos juntas cuando Hamas disparó contra el cruce fronterizo Kerem Shalom, atacando el mismo lugar desde donde se provee la ayuda a su propia gente. Durante ocho días de la Operación “Pilar de Defensa”, no pasó ni uno sólo sin una llamada de control. “¿Estás bien?” Preguntaba yo. “Escuché que dispararon contra tu base. Por favor, cuidate”, me respondía ella. Y la hice prometer que cada noche me llamaría si necesitaba algo. Estas son las cosas que los medios no muestran al mundo, tal como no publican lo suficiente sobre cómo Hamas deliberadamente dirige sus ataques contra civiles en ambos lados de la frontera, disparando indiscriminadamente contra Israel desde barrios en Gaza.

Puede ser que historias como esta generen titulares menos exitantes, pero si logran captar algo de atención habría tal vez más claridad moral y por lo tanto, más paz en el Medio Oriente.