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El cohete, de cuyo lanzamiento se hizo responsable el brazo armado del movimiento terrorista islámico Hamás, las Brigadas de Izz A Din Al Qassam, impactó en el bloque de asentamientos judíos de Gush Etzíon, en Cisjordania (Judea y Samaria), a escasos 5 kilómetros de Jerusalén y 78 de la franja controlada por los extremistas palestinos.

Para no facilitar el ángulo de tiro en lanzamientos futuros, ni la Policía ni el Ejército confirmaron el lugar exacto de la explosión, que se oyó en toda la mitad sur de la ciudad.

El diario Yediot Aharonot informó de que el cohete cayó "entre una localidad israelí y una aldea palestina, más cerca de esta última", sin especificar.

El bloque de asentamientos, en el que residen más de 60 mil judíos se encuentra cerca de la línea divisoria de 1948, y en perspectiva aérea en el camino hacia los barrios del suroeste de Jerusalén.

En un principio el canal 10 de la televisión informó de que fueron tres los cohetes lanzados contra la ciudad, aunque el hecho de no haber encontrado los restos de los otros dos, y un comunicado de responsabilidad de Hamás, rebajó la cifra a uno.

Hamás reivincidó el lanzamiento de "un cohete Qasam M-75 de fabricación propia" hacia Jerusalén.

El Ejército de Defensa de Israel identifica los misiles de largo alcance en poder de los grupos terroristas que ocupan Gaza como Fajr-5 y la Inteligencia Militar asegura que son de fabricación iraní e introducidos de contrabando por los túneles que conectan la franja con el Sinaí egipcio.

Hamás también prometió más "sorpresas" contra Israel en el contexto de la operación "Pilar Defensivo", en la que desde el miércoles han muerto 27 palestinos, en torno a la mitad civiles, según el último partedel gobierno de Hamás, y resultaron heridos más de 250.

Son tres los israelíes asesinados por el impacto de un cohete el jueves en su vivienda en la localidad de Kiriat Malaji, y más de medio centenar los heridos.

Desde ayer, Hamás también ha atacado en tres ocasiones la zona metropolitana de Tel Aviv al que hoy incorporó Jerusalén, ampliando cada vez más el radio de su ofensiva.

El ataque sorprendió a los principales comentaristas, que aseguraban que el Ejército no contemplaba que Hamás se atrevería a lanzar cohetes poco precisos contra una ciudad que alberga lugares sagrados del Islam.

Además, en la ciudad viven no solo medio millón de judíos sino un cuarto de millón de árabes.

Un minuto antes de la explosión, las sirenas antiaéreas se habían oído en toda Jerusalén por primera vez desde la Guerra del Golfo de 1991, aunque la última vez que la ciudad se vio envuelta en este tipo de ataques fue en 1970, según el diario Haaretz.

Durante la Guerra del Golfo no cayó ningún misil Scud de los lanzados por Irak contra Israel cerca de Jerusalén.

Sin embargo, sí fue el blanco preferido de los atentados con bomba perpetrados por los terroristas suicidas palestinos durante la Segunda Intifada, a comienzos del presente siglo.

Después de las sirenas, el centro de la ciudad estaba más paralizado que otros viernes por la noche, y de poco servían los llamamientos del intendente, Nir Barkat, a que la población "retome la normalidad" y siga las instrucciones de la Comandancia de Defensa Civil.

El ambiente de tensión se respiraba también en la parte este de la ciudad, donde unos doscientos palestinos se manifestaron junto a la Puerta de Damasco, una de las principales en las murallas de la ciudad antigua, para condenar la contraofensiva israelí.

Cientos de agentes de la Unidad Antidisturbios y de la Policía de Fronteras cargaron contra la manifestación hasta disolverla rápidamente y sin heridos.

Micky Rosenfeld, portavoz de la Policía, dijo que cinco árabes con ciudadanía israelí fueron arrestados.