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15 de abril de 2013

La voz de Venezuela más allá de los resultados

Luis Mauricio Phelan*

En la reciente historia electoral venezolana, nunca una campaña se ha desarrollado en tan corto tiempo como la que acaba de terminar ayer, desde el fallecimiento de Chávez hasta hoy ha pasado poco más de un mes y su figura ha ido desdibujándose de lo real, cotidiano y contingente, pasando a ser la imagen que sirvió de escudo al que era hasta ayer candidato oficialista, hoy Presidente electo.

A nadie le ha sido indiferente el hecho que Nicolás Maduro se valió del impulso dejado por la imagen de Chávez creada luego de las pasadas elecciones presidenciales del 7 de octubre, para hacerse del poder, esta vez por vía democrática. Tal situación dice mucho en términos políticos, ya que por una parte Maduro no fue capaz de repetir la votación de Chávez, básicamente porque su campaña carece de propuestas constructivas y, por el contrario, sus promesas se han asentado en las medidas populistas más tradicionales, tales como el aumento del salario mínimo o la contratación masiva en las empresas estatales de petróleo y acero. Por otra parte, si las elecciones hubiesen sido convocadas para una fecha posterior, la tendencia quizás habría sido desventajosa al oficialismo, esto puede comprobarse en el estrecho margen de diferenciación y en el tono de la campaña durante las últimas semanas, cuyo discurso se centró en acciones de descalificación al adversario, algo que demuestra precisamente falta de estrategia, dándole paso a las reacciones desesperadas que buscan contener aquello que se ve diluir, en este caso el respaldo popular.

Esta pérdida puede tener como causa la realización de una mala copia de las formas comunicativas que caracterizaron el carisma del líder fallecido, condición que claramente no es heredable por más que se intente.

Sin embargo, el respaldo que obtuvo Nicolás Maduro es lo poco que pudo extraer del recuerdo de Comandante Presidente y sus palabras finales sobre quién debe continuar su legado. Este vínculo entre Maduro y Chávez irá separándose en la medida que avance el tiempo, la presencia del primero será inversamente proporcional a la ausencia del segundo, por lo tanto ese culto formado sobre la figura del ex- Presidente irá tomando en el imaginario colectivo sentimientos distintos a los que ha pretendido instaurar su círculo de cercanos políticos desde el poder del Estado, esto a su vez llevará a que todos los errores, vicios y malas prácticas del régimen queden al descubierto con mayor facilidad.

La campaña de Capriles, por su parte, no ha sido en contra de otro candidato y su partido, sino de todo un aparataje estatal, manejado por militantes del partido de gobierno (PSUV) y que no escatiman en utilizar todos los recursos provenientes del petróleo para lograr su objetivo de mantenerse en el poder haciendo usufructo de sus privilegios. Al decir recursos del Estado, no me refiero solamente a los petrodólares que alimentaron la campaña, sino también a infraestructura y logística de la administración pública, utilizada para el acarreo de votantes, algo que también se vio en las pasadas elecciones presidenciales, donde también figuraron actores militares apoyando al partido de gobierno.

En este escenario de adversidad para Capriles como candidato retador, y de excesiva disponibilidad de recursos por parte del incumbente Maduro, el oficialismo logró apenas sobreponerse por poco más de 234 mil votos, lo que deja los resultados en un 50,66% contra 49,07% de la oposición. Ahora bien, este no es el único indicador de desventaja para Maduro, si miramos retrospectivamente la abstención, podríamos concluir que en las elecciones donde la oposición obtuvo mejores resultados fue cuando se produjo una amplia ausencia de votantes, para el Referéndum de 2007 que perdió el oficialismo, la abstención fue de un 44%, luego en las elecciones realizadas en todos los años posteriores, los abstencionistas rondaron entre el 33% y 34%.

Esto podría llevar a algunos a pensar que en tales comicios los terrenos conquistados por la oposición fueron por obra y gracia de la abstención chavista, idea que comenzó a colarse en los posibles escenarios del día de ayer por parte del oficialismo, sin embargo la abstención se situó en un 20,16%, menos de un punto en comparación con la votación histórica de las presidenciales pasadas donde solo un 19,3% dejó de sufragar. De esta manera el 49,08% obtenido por Capriles tiene su peso en 7.270.043 de ciudadanos venezolanos en una contienda donde la participación fue masiva, lo que demuestra que su liderazgo más que de un candidato desafiante, es de un líder con influencia y legitimidad sobre una gran cantidad de personas que apuestan por algo distinto a la continuidad.

* Luis Mauricio Phelan es venezolano, Politólogo, Universidad Central de Venezuela y Cientista Político de la Universidad de Chile.

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