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22 de agosto de 2013

Orden económico latinoamericano

Luis Riveros*
El crecimiento económico latinoamericano, muestra con singular realismo los efectos de la crisis económica mundial. El promedio de crecimiento de la región observado en el año 2012 (2,7%) se mantendrá durante el presente año, el cual se marca, además, por una desaceleración de Chile, Ecuador, México, Perú y Venezuela, y una leve recuperación de Argentina y Brasil. Sólo para el año 2014 se espera una recuperación, aunque no extremadamente significativa y que se refleja en un relativo estancamiento en Argentina, Chile y Perú, con una más efectiva recuperación de Brasil y México, principalmente. Como sabemos, crecimiento económico no es lo único importante, sino también la situación distributiva que en varios países latinoamericanos, como emblemáticamente el caso de Chile, surge como una de los prioridades a ser atendidas en vistas la necesidad de proteger los balances sociales y políticos.

Sin embargo, con un crecimiento económico débil, que en promedio este año no alcanzara al 1% en promedio del per cápita, las posibilidades de atender aquella prioridad no serán factibles, haciendo que el crecimiento no contribuya efectivamente al gran objetivo del desarrollo económico y social.

La crisis económica afecta a nuestros países por la disminución del precio de las materias primas y los commodities, que son el fundamento de nuestro crecimiento, como también de la inversión y del empleo. El grave problema es que nuestros países no han llevado a cabo un programa sustantivo de reemplazo de nuestra fuente de divisas, un viejo problema que en el pasado nos llevó a soñar con una industrialización coordinada para disfrutar del beneficio de un mayor tamaño de mercado. Esos sueños se estrellaron contra la realidad determinada por una verdadera falta de vocación de integración, contrastando con el afán de cada uno de los países de obtener un mejor pasar económico independientemente de lo que ello podría significar para nuestros vecinos. Hoy, cuando nuevamente el viejo problema de los “adversos términos de intercambio” se hace presente, nuevamente nuestros países resienten la falta de proyectos alternativos, que hubiesen utilizados los recursos de la bonanza económica para generar una industria capaz de sustentar el crecimiento futuro. La crisis mundial pasará, pero ello dejará un legado de retraso y dificultades distributivas de las que nuestros países deberán, una vez más, hacerse cargo.

Sin bien la inflación en nuestras economías latinoamericanas dista mucho de los records que la caracterizaron en el pasado, en el promedio ella está todavía por encima de la inflación mundial relevante para el desempeño del comercio. Aún más, Argentina y Venezuela destacan por una inflación de dos dígitos asociada al desempeño fiscal y al aval monetario del mayor gasto. A pesar de que Chile es el país con menor tasa inflacionaria, se espera que el promedio anual se vaya al doble entre 2012 y 1014. Todo esto, porque el esfuerzo distributivo vuelve a recaer fuerte sobre un Estado que no cuenta con los ingresos suficientes en el marco de la crisis mundial que se está viviendo.

No se trata de cifras alarmantes, con la excepción de los países mencionados, pero hay una tendencia a la persistencia en el crecimiento promedio de los precios que no es sino un reflejo de políticas macroeconómicas insuficientes en el marco de abordar con efectividad el comercio y la inversión internacional. Esta última ha de leer con mucho cuidado el riesgo que representa una persistente inflación, especialmente en el marco de una conducta fiscal poco adecuada al objetivo de crecimiento estable y de macroeconomía sana.

Una de las cuestiones vitales tras el análisis de latinoamérica es que muchas lecturas que se hacen desde el exterior, especialmente en el marco de la inversión y los flujos de capitales, leen una situación de “riesgo región”. En efecto, más allá del riesgo país se percibe que la situación de deterioro de una economía puede incidir negativamente sobre otras y, por la vía de esta contaminación, ser un presagio de desequilibrios y problemas.

Por eso, el contexto latinoamericano debe ser cuidadosamente considerado, llevando a que los foros internacionales acentúen la necesidad de acuerdos marco para que la conducción económica sea concordante con la necesidad de promover el éxito del conjunto de países.

Es necesario más discusión compartida sobre el orden económico conveniente para nuestra región, y sobre la necesidad de considerar los efectos interrelacionados, en el mejor espíritu de colaboración.

AE

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*Luis Riveros es ex rector de la Universidad de Chile, y actualmente es profesor titular del Departamento de Economía de esa misma universidad.

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