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19 de marzo de 2013

El golpe de Peña Nieto al mercado de las telecomunicaciones

Tantos candidatos presidenciales han prometido reformas en México y tantos han incumplido sus promesas una vez que llegan al poder, que casi nadie tomó en serio las promesas del candidato Enrique Peña Nieto el año pasado, cuando aspiraba al Palacio de Olivos. Sus promesas sonaban incluso menos creíbles porque venían del candidato del Partido Revolucionario Institucional, que gobernó México con garra autocrática durante siete ininterrumpidas décadas y que, más encima, bloqueó los intentos reformadores de los presidentes del Partido de Acción Nacional (PAN), Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012)


Peña Nieto prometió, entre otras cosas, dejar que entrara la competencia a los mercados de las telecomunicaciones y la televisión. Que cumpliera su promesa televisiva era una de las cosas más difíciles de creer. El meteórico ascenso del propio Peña Nieto, como figura política primero y candidato presidencial después, se debe en gran medida a la ayuda de Televisa, la cadena controlada por Emilio Azcárraga que controla el 60% de la televisión abierta en México. La cadena dio psicofántica cobertura a la campaña del candidato del PRI, al tiempo que transmitía telenovelas protagonizadas por su esposa. Era como para pensar que las reformas de Peña Nieto en el mercado de la televisión serían, en el mejor de los casos, cosméticas.

No lo han sido. Para sorpresa de la mayoría, las reformas que acaba de anunciar Peña Nieto son el terremoto más fuerte que ha sentido la televisión mexicana en su historia.

El proyecto de ley, presentado al Congreso el 11 de marzo pasado, crea dos nuevas cadenas nacionales de TV licitando concesiones del espectro electromagnético a las cuales no puede postular Televisa. Hasta 49% de la propiedad de las cadenas de TV podrá estar en manos extranjeras. Y se obliga a las productoras a ofrecer sus programas a todas las empresas de TV cable, al tiempo que se obliga a las empresas de TV cable a transmitir programas de todas las productoras.

Un golpe igual de fuerte da el proyecto de Peña Nieto al monopolio de telecomunicaciones que tiene en México Carlos Slim, el hombre más rico del mundo.

En telecomunicaciones, el proyecto impide que alguien controle más del 50% de la telefonía de línea fija o móvil, donde Telmex y América Móvil, las empresas de Slim, tienen hoy el 80% y el 70% respectivamente. La nueva ley obliga entonces a Slim a vender a otros inversionistas el 30% de Telmex y el 20% de América Móvil. Al mismo tiempo, el proyecto crea un ente regulador de telecomunicaciones independiente que podrá imponer dolorosas multas, o incluso dividir a las empresas de telecomunicaciones que controlen más de la mitad de sus mercados. Adicionalmente, varias reformas regulatorias harían el mercado de telecomunicaciones más competitivo y transparente.

Las reformas de Peña Nieto golpean más fuerte a Slim que a Azcárraga, y parece razonable que así sea.El acceso de banda ancha a internet en México están entre las más caras del mundo, bordeando los US$100 mensuales la conexión. Un estudio de la OCDE divulgado en 2012 dice que la falta de competencia en telecomunicaciones le cuesta al país US$ 25.000 millones al año.

El mercado también advirtió que Slim tiene más que perder que Azcárraga. Las acciones de América Móvil bajaron 13% en la semana en que se anunciaron las reformas, mientras que las de Televisa apenas se movieron.

El proyecto de ley ya pasó la prueba de la comisión constitucional de la Cámara de Diputados y debiera ser aprobado por ese cuerpo legislativo en los próximos días. De ahí pasa al Senado, donde también se espera que sea aprobado. Y algunas de las reformas que el proyecto contiene, sobre todo en telecomunicaciones, entrarán en vigor de inmediato.

A fines de febrero, Peña Nieto tocó a la intocable presidenta vitalicia del Sindicato de Maestros, Elba Esther Gordillo. Menos de dos semanas después se ha puesto por delante del hombre más rico del mundo y de uno de los hombres que más lo ayudó a llegar al poder.

Hasta ahora, Enrique Peña Nieto ha cumplido tres promesas que hizo en su campaña predsidencial y que pocos creían que iba a cumplir. Todavía Falta Pemex, claro, y algunas otras promesas más. Pero al paso que va, el presidente mexicano da muestras de que incluso cree en sus propias palabras, cuando dice que está en el cargo para transformar el país, y no sólo para gobernarlo.

AE


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