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24 de enero de 2013

La fortuna secreta inmobiliaria del Vaticano en Londres



Sociedades vinculadas al Vaticano gestionan edificios de lujo, gracias a las rentables “inversiones” que hizo Mussolini para ganarse el favor del Papado.

Pocos turistas de los que visitan Londres imaginan que los locales de Bulgari, la joyería de lujo en New Bond Street, tendrían algo que ver con el Papa. Ni tampoco la sede de los inversores Altium Capital, en la esquina de la Plaza de Saint James y Pall Mall. Pero según cuenta el diario The Guardian, estos edificios, situados en uno de los barrios más caros de Londres, son parte de un sorprendente imperio inmobiliario propiedad del Vaticano. 

La iglesia Vaticana ha construido una estructura encubierta a lo largo de los años con dinero en efectivo entregado originalmente por Mussolini a cambio del reconocimiento papal del régimen fascista italiano en 1929. 

Desde entonces, el valor internacional del imperio Vaticano casi alcanza los 600 millones de euros. En 2006, en el apogeo de la burbuja inmobiliaria, el Vaticano utilizó 15 millones de libras para comprar varias propiedades de lujo en Reino Unido: en el 30 de St James Square y en el 168 de New Bond Street en Londres, y otro en la ciudad de Coventry. También es propietaria de diversos bloques de apartamentos en París y Suiza.

EL DINERO DE MUSSOLINI 
Para algunos, el aspecto sorprendente está en el extremo al que el Vaticano ha llegado para preservar el secreto de los millones de Mussolini. El edificio de oficinas en la Plaza St James fue comprado por una compañía británica llamada Grolux Investments Ltd, que también tiene otras propiedades del Reino Unido. Los registros publicados por la compañía no revela al verdadero propietario, al no hacer ninguna mención del Vaticano.

En su lugar aparece una lista de dos accionistas, ambos prominentes banqueros católicos: John Varley, director jefe de Barclays Bank, y Robin Herbert, ex miembro del banco de negocios Leopold Joseph. The Guardian se puso en contacto con ambos, queriendo saber para quién actuaban, pero estos no respondieron nada.

El secretario de la compañía, John Jenkins, un contador de Reading, tampoco dio demasiados datos. Dijo que la empresa era propiedad de un fideicomiso, pero se negó a identificarlo por razones de confidencialidad. “Confirmo que no estoy autorizado por mi cliente para proporcionar esta información”, dijo ante la insistencia del periódico británico.

SOCIEDADES EN EUROPA 
La investigación en archivos antiguos, sin embargo, trajo la verdad a la luz. Las inversiones británicas Grolux heredaron todas las inversiones de dos compañías anteriores, Grolux Estates Ltd y Cheylesmore. Las acciones de esas empresas estaban a su vez en manos de una empresa con sede en la dirección del banco JP Morgan, en Nueva York. El control final de la misma está registrado a nombre de una empresa suiza, Profima SA.

Los registros británicos durante la Segunda Guerra Mundial completan el cuadro. Profima SA es una sociedad de la cartera propia del Vaticano, acusada en su momento de “participar en actividades contrarias a los intereses de los aliados”. Los funcionarios del Ministerio británico durante la guerra critican específicamente la labor del financiero del Papa, Bernardino Nogara, quien controló la inversión de más de 50 millones de libras en efectivo, procedente de los ingresos extraordinarios concedidos por Mussolini.

La “actividades en la sombra” de Nogara se detalló en 1945, cuando se interceptó una comunicación entre el Vaticano y un contacto en Ginebra. “Nogara, un abogado romano, es el agente financiero del Vaticano y Profima SA en Lausana es la compañía suiza para ciertos intereses del Vaticano”. Se pensaba que Nogara estaba tratando de transferir las acciones de dos empresas propiedad del Vaticano para que no aparecieran en la “lista negra”.

Al principio de la guerra, en 1943, se acusó a Nogara de hacer el “trabajo sucio”, al trasladar las acciones de los bancos italianos en manos Profima con el fin de “blanquearlos” y presentar al banco como siendo controlado por los neutrales suizos. Esto fue descrito como una “manipulación” de las finanzas del Vaticano con el fin de servir para “fines políticos” ajenos, según los informes del gobierno británico.

El dinero de Mussolini fue clave entonces para las finanzas del Vaticano. John Pollard, un historiador de Cambridge, dice que gracias a este dinero “el papado estaba financieramente seguro. Nunca sería pobre otra vez”. 

FONDOS EN PARAÍSOS FISCALES 
Desde el principio, Nogara se dedicó a realizar operaciones bancarias oscuras. En 1931, los registros muestran que fundó una sociedad offshore en Luxemburgo para mantener los activos de propiedad de la Europa continental que estaba comprando. Se llamaba Financier Groupement luxemburgués, es decir, Grolux. Luxemburgo fue uno de los primeros países en establecer estructuras de paraísos fiscales, en 1929. La sociedad británica, llamado British Grolux, se creó al año siguiente. Cuando estalló la guerra, con la perspectiva de una invasión alemana, Groluz se trasladó a los EE.UU. y a la neutral Suiza.

Las inversiones vaticanas en Gran Bretaña están actualmente bajo el control de un funcionario papal en Roma, Paolo Mennini, que es en efecto banquero del Papa. Mennini dirige una unidad especial dentro del Vaticano llama la división extraordinaria de APSA - Amministrazione del Patrimonio della Sede Apostolica - que maneja el llamado “patrimonio de la Santa Sede”.

Según un informe del año pasado del Consejo de Europa, que entrevistó a los controles financieros del Vaticano, los activos de la unidad especial Mennini superan los 680 millones de euros.

Si bien el secreto sobre los orígenes fascistas de la riqueza del papado podría haber sido comprensible en tiempos de guerra, lo que está menos claro es por qué el Vaticano posteriormente siguió manteniendo el secreto sobre sus participaciones en Gran Bretaña, incluso después de que su estructura financiera se reorganizara en 1999.

The Guardian preguntó al representante del Vaticano en Londres, el nuncio papal, el arzobispo Antonio Mennini ¿por qué el papado continúa guardando con tanto secreto la identidad de sus inversiones inmobiliarias en Londres? Fiel a su tradición de silencio sobre este tema, el portavoz de la Iglesia Católica Romana dijo que el nuncio no tenía comentarios al respecto.

EL VATICANO RESPONDE 
En declaraciones al diario británico The Daily Telegraph, el Padre Federico Lombardi, Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, aclaró que el dinero proviene de la compensación del estado italiano "por bienes expropiados" a la Iglesia. El P. Lombardi subrayó además que "la existencia de inversiones en propiedades hechas por la Santa Sede" con ese dinero es algo conocido "por más de 80 años". 

"Estoy sorprendido por la publicación de esta historia, no revela nada nuevo", criticó.

Tal como explicó The Telegraph, el dinero recibido por la Santa Sede del estado italiano no fue por una aprobación pontificia al régimen fascista, sino "como indemnización por las extensas propiedades perdidas cuando los estados pontificios fueron invadidos y ocupados por el Reino de Italia, en la década de 1860. El dinero fue pagado de acuerdo a los Pactos de Letrán de 1929, en los cuales el gobierno de Mussolini reconoció la Ciudad del Vaticano como una nación soberana, y la Iglesia renunció a su reclamo de los antiguos estados pontificios", señaló el diario.

The Telegraph indicó también que la compensación del estado italiano al Vaticano se debió a los millones de dólares que la Iglesia perdió en propiedades, tales como el Palacio del Quirinal, actual residencia del presidente de Italia. 

El P. Thomas Reese, a quien The Telegraph cita como un "experto en el trabajo interno de la Santa Sede", escribió en su libro "Dentro del Vaticano" que en 1929 Italia accedió a subsidiar a la Iglesia Católica en ese país, así como a otorgarle al Papa el equivalente a 92 millones de dólares, como indemnización por la pérdida de los estados pontificios.

De acuerdo al P. Reese, "algo de esta indemnización fue usado inmediatamente para la construcción dentro de la Ciudad del Vaticano, como la estación del tren y un edificio de oficinas para la Ciudad del Vaticano".

"El resto fue invertido como patrimonio o donación de la Santa Sede", escribió el sacerdote.

The Guardian/PROTESTANTE DIGITAL

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